La soberanía alimentaria es el derecho que tenemos todos los pueblos a controlar nuestro sistema agrario y alimentario. Esto significa que los recursos productivos como agua, tierra, semilla y crédito vuelvan a manos de la agricultura familiar campesina, porque solo ella es capaz de generar alimentos diversos, sostenibles y saludables; implica además, la generación de sistemas de distribución eficientes, mercados solidarios que remuneren con justicia el trabajo agrícola y al mismo tiempo permitan el acceso oportuno a alimentos suficientes, sanos y culturalmente apropiados para las familias consumidoras, quienes deben asumir un rol activo y consciente en defensa de su alimento.
El autoabastecimiento y la autonomía están en el corazón del concepto, por lo que sostiene que se debe iniciar una transición para dejar permanentemente el uso de los agrotóxicos, ya que atentan a la salud de las familias campesinas y de los trabajadores y trabajadoras rurales, los consumidores y consumidoras y de la naturaleza.
Promueve el libre intercambio y circulación de las semillas. Rechaza las patentes a la vida, los cultivos transgénicos y el uso de los cultivos para producir energía como los agrocombustibles. Cuestiona que las mejores tierras y las políticas públicas agrícolas sean destinados para la agroindustria y la agroexportación. Hace un llamado a una Reforma agraria integral, comunitaria y feminista.
En este marco, la agroecología campesina se constituye en la vía práctica que hace posible la Soberanía Alimentaria, porque libera a la familia campesina de la dependencia tecnológica, económica y política que ejercen las grandes corporaciones agroindustriales y alimentarias.
Seguridad Alimentaria y soberanía alimentaria no son lo mismo. Si bien reconoció la alimentación como un derecho humano fundamental, de acuerdo con la Vía Campesina, la seguridad alimentaria no defendió las condiciones objetivas para producir alimentos. ¿Quién produce? ¿Para quién? ¿Cómo? ¿Dónde? Y, ¿Por qué? Todas estas preguntas estaban ausentes y el foco estaba decididamente puesto en, simplemente, “alimentar a la gente”. Un énfasis manifiesto en la seguridad alimentaria de las personas ignoró las peligrosas consecuencias de la producción industrial de alimentos y la agricultura industrial, construida sobre el sudor y el trabajo de lxs trabajadorxs migrantes.
La Soberanía Alimentaria en cambio es una filosofía de vida, que define los principios sobre los cuales nos organizamos en nuestra vida diaria y coexistimos con la Madre Tierra. Es una celebración de la vida y de la diversidad que nos rodea. Abraza a cada elemento de nuestro cosmos; el cielo sobre nuestras cabezas, la tierra debajo de nuestros pies, el aire que respiramos, los bosques, las montañas, los valles, campos, océanos, ríos y estanques. Reconoce y protege la interdependencia entre 8 millones de especies que comparten este hogar con nosotrxs.
La Soberanía Alimentaria ofrece un manifiesto para el futuro, una visión feminista que abraza la diversidad. Es una idea que une a la humanidad y nos pone al servicio de la Madre Tierra que nos alimenta y nutre.