Se conocen como agrotoxicos al amplio conjunto de sustancias químicas, íntimamente vinculadas a la producción agrícola industrial, que se utilizan para controlar poblaciones de invertebrados, hongos o vegetales. Los más comunes según sus usos son los insecticidas, herbicidas y fungicidas,
El uso intensivo de agrotoxicos, genera un espiral de dependencia, que profundiza el problema de las mal llamadas «plagas» y «malezas», pues si bien su efecto logra matar algunos individuos, también a sus controladores naturales, generándose así un desequilibrio que en muchas ocasiones desemboca en un uso mayor de agrotóxicos y la aparición de organismos con resistencia a los mismos.
Los altos niveles de toxicidad son asumidos por los y las trabajadoras, las familias campesinas, la naturaleza y las comunidades aledañas a las plantaciones, y que incluso podrían afectar al mismo consumidor. Cada año, aparecen nuevos estudios que confirman los niveles de toxicidad que afectan la salud humana y ambiental a corto mediano y largo plazo.
A pesar de los graves impactos ambientales y de salud que causa el uso de plaguicidas químicos en la agricultura, sus ventas globales casi siempre están en aumento.
Las leyes sobre agrotoxicos que se han implementado en Ecuador para controlar la fabricación, venta, almacenaje y uso de plaguicidas, no han tenido éxito para reducir la magnitud y severidad de los envenenamientos. De hecho, las políticas estatales y de agencias internacionales influyen directa o indirectamente en el uso de los plaguicidas, bien sea por hacerlos más baratos, más atractivos o más fácilmente disponibles. Ecuador ha realizado pequeñas y limitadas acciones, para promover políticas encaminadas a que los campesinos y las campesinas, no utilicen sustancias peligrosas como productos agroquímicos tóxicos, contaminantes agrícolas o industriales, menos aún en implementar mecanismos para evitar la exposición a ellos.
Los argumentos que buscan una reducción de la dependencia de los plaguicidas y la prohibición de ciertos plaguicidas muy tóxicos, se consideran por el sector empresarial como una amenaza al desarrollo económico. No obstante, si queremos garantizar alimentos sanos, saludables y soberanos, con justicia social para quienes los producen, es necesario iniciar una transición hacia un modelo de agricultura libre de agrotoxicos, donde las propuestas agroecológicas son el camino hacia un Ecuador libre de agrotoxicos.