Las ollas comunitarias se activan como expresión de una economía política de los cuidados en momentos de resistencia y lucha social por demandas que aparecen como coyunturales pero que movilizan demandas estructurales.
En el escenario actual donde el movimiento indígena, sectores de trabajadores, docentes, estudiantes, campesinos, mujeres y disidencias y otras expresiones de la sociedad civil se han movilizado, las ollas comunitarias aparecen como el punto de encuentro y de la solidaridad en muchos sectores de la ciudad de Quito. La Gran Colombia, la Mena, La Floresta, La Universidad Central, La Marín, La Mariscal, son ejemplos de los muchos espacios que se articularon para poder acercar alimentos a quienes llegaron a la capital en búsqueda de respuestas a sus demandas históricas.
La olla comunitaria es también un acto de reciprocidad y de reconocimiento al trabajo de los sectores campesinos por producir alimentos frescos para las ciudades, es alimentar a quienes a diario aportan con nuestros alimentos.
Las ollas comunitarias expresan dos formas de manifestación:
- Primero, son una expresión de otras formas de movilización y resistencia, en ese sentido, las cocinas comunitarias, también están movilizadas, y a través de la cocina aportan a quienes han venido a resistir en las calles, a los socorristas, a niños y niñas, mujeres y hombres adultos que acompañan la manifestación; y,
- Segunda, son la expresión de la solidaridad, las cocinas comunitarias no serían posibles sin el acompañamiento de decenas de voluntarios y cientos de donantes que expresan su malestar a partir de entregar un quintal de arroz, agua, aceites destinados para apoyar la resistencia.
Dado que la alimentación hace parte de la cotidianidad, las ollas comunitarias pueden convertirse en espacios de reunión y asamblea, ya que permiten “alimentar debates” sobre las dinámicas sociales, económicas y culturales que afectan a los territorios al permitirnos un intercambio de opiniones y de reflexión cercano.
Las ollas también son espacios de la esperanza porque nos permiten pensar en los sueños y no solo en el marco de “lo posible”, en autonomías, en una vida con dignidad. Las ollas populares son Memoria campesina, expresión de la alianza campo/cuidada, son estrategias de comunicación y de autogestión, son soberanía alimentaria, son la reivindicación del saber populares sobretodo, son solidaridad y dignidad.